El poeta español Miguel Hernández falleció el 28 de marzo de 1942 en una prisión de Alicante, víctima de una muerte lenta a manos de la dictadura de Franco
El poeta español Miguel Hernández falleció el 28 de marzo de 1942, en una prisión de Alicante. Sufrió una muerte lenta, a manos de la dictadura de Franco.
«Ausencia en todo veo», demasiados ojos la reflejan. Entre los recuerdos de nuestros abandonos, la poesía trata de seducir la belleza, pero en nuestra marcha hacia el reverso de la humanidad olvidamos las palabras.
Como eternas sombras, deambulamos con las heridas «del amor, la vida, la muerte». Miguel Hernández, las bestias vestidas de personas aguardan al acecho, pero una flor emergerá entre las ruinas mientras alguien nos ilumine con «el rayo que no cesa».
La libertad mantiene su precio de sangre, pero «de la carne talada» crecen nuevos brazos y piernas que construyen y caminan juntos para abrir el camino hacia las quimeras.
Todavía persisten los niños yunteros, mientras otros, con suerte, alcanzan a comer pan y cebolla. Nacemos a medias entre la luz y la sombra, aunque muchos parecen predestinados a una noche infinita, víctimas de los designios impuestos por otros.
Solo el «alba de hachas» romperá esas cadenas cuando cada cual asuma la batalla de todos como propia, guiados por las mismas razones que llevaron al Pastor de Orihuela a las filas del Quinto Regimiento.
Si sabemos leerlo y vivirlo, comprenderemos la semejanza de sus sueños con los de nuestros tiempos. «Umbrío por la pena, casi bruno», cercado por todo tipo de carencias materiales, pero con una sensibilidad inmedible, remontó el camino del yo al nosotros, sumó a su religiosidad el compromiso y la fe en la causa del hombre, encarnada en su España de la República.
A pesar de las tempestades, avanzamos envueltos en los poetas que soplan «como viento del pueblo», y nos muestran «las cumbres más hermosas» para tomarlas por asalto y convertirlas en nuestra tierra.
A pesar del nefasto triunfo de la dictadura sobre la causa republicana, la sucesión de cárceles, ya debilitada su salud, y la obligada lejanía de su esposa y de su hijo, Miguel ofreció, en uno de sus últimos poemas, una inmarchitable lección de esperanza: Soy una abierta ventana que escucha, / por donde ver tenebrosa la vida. / Pero hay un rayo de sol en la lucha / que siempre deja la sombra vencida.
Autor: Jorge Ernesto Angulo Leiva | jorgeernestoanguloleiva@gmail.com
28 de marzo de 2024 00:03:3
Fuente original: https://www.granma.cu/cultura/2024-03-28/miguel-hernandez-un-rayo-de-sol-en-la-lucha-28-03-2024-00-03-33